Más allá del balanceo de aplicaciones

Eduardo García, director para la región del sur de Europa de Kemp Technologies

Publicado el 09 May 2016

Eduardo García, Kemp Technologies

Cuando compramos por Internet, consultamos nuestra cuenta bancaria de forma online o entramos en una página web buscando información o servicio, esperamos que la respuesta sea inmediata, ¿no es así? Es a lo que nos hemos acostumbrado en un panorama donde la nube, la movilidad o las redes sociales han cambiado la forma de comunicarnos, de trabajar e incluso de vivir.

Hoy en día, cualquier organización con presencia en Internet que no ofrezca una respuesta inmediata a sus clientes está abocada al fracaso. Por eso es tan importante que, desde el punto de vista tecnológico, nos aseguremos de que podemos dar esa respuesta. Y una parte fundamental de esa respuesta está en la tecnología de entrega de aplicaciones.

¿Pero qué es exactamente un controlador de entrega de aplicaciones? Es una buena pregunta. De hecho, es habitual que nos encontremos con administradores de TI que no sabrían explicarlo. Sí que conocen el término “balanceador de carga”, pero un balanceador no es lo mismo que un ADC. Un ADC es un equipo más evolucionado e inteligente, que no solo divide el tráfico a través de un grupo de servidores, sino que cuenta con características avanzadas que le permiten ir más allá de controlar la aplicación.

Los ADC sirven como un único punto de conexión a múltiples servidores. Se comunican con todos los servidores para comprobar su estado, rendimiento y carga de trabajo. También se fijan en lo que el usuario está solicitando cuando establece una conexión. Con esta información, el ADC puede asegurarse de que cada solicitud del cliente vaya al servidor que tenga mayor disponibilidad en ese preciso momento. Y además están en la posición perfecta. Dado que toda la comunicación a los servidores pasa por el ADC y luego regresa a través del mismo para el usuario final, el ADC es capaz de reunir información sobre cómo están funcionando las aplicaciones y cómo las utilizan los usuarios. De esta forma pueden ofrecer esta información para la gestión de sistemas de monitorización, aportando una visión consolidada de cómo está funcionando el entorno de aplicaciones.

Los ADC también se implican en la seguridad, dado que están cerca de las aplicaciones a las que dan servicio y revisan cada conexión entrante para asegurarse de que lo que se está solicitando es adecuado y que la persona que pide la información está autorizada. Y también ayudan a aliviar las responsabilidades de los servidores, que utilizan SSL por razones de seguridad, algo que normalmente supone una gran cantidad de trabajo de la CPU. Todas estas características trabajan juntas para hacer que las aplicaciones funcionen mejor, más rápido y de forma más fiable.

¿Oportunidades para el canal? Todas. Los clientes usan esta tecnología siempre que tienen aplicaciones importantes, que necesitan alta disponibilidad y un rendimiento óptimo. ¿Y quién no necesita esto en el panorama actual?

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