¿Sabías que el grafeno cambiará para siempre el mundo de la computación?

El grafeno es un hiperconductor eléctrico, puesto que los electrones se mueven por él 200 veces más rápido que en el silicio. Además, consume mucha menos energía y se recalienta mucho menos

Publicado el 24 Oct 2017

Grafeno.

Se lleva muchos años hablando del grafeno, y ciertamente todavía sus aplicaciones son limitadas, pero se trata, en cualquier caso, de un material que va a cambiar muchas cosas, como en su día pasó con el carbón o el petróleo. Algunos dicen que es el “material de Dios”. Los más optimistas aseguran que gracias al grafeno las baterías de los coches eléctricos durarán cientos y cientos de kilómetros, que los barcos y aviones serán mucho más resistentes y ligeros, o que los ordenadores serán mucho más rápidos y no se recalentarán nunca. Ahí es nada.

En esencia, el grafeno es una lámina de carbono puro dispuesto en forma hexagonal y que, a pesar de tener sólo un átomo de grosor, es 200 veces más resistente que el acero, pero tiene la densidad de la fibra de carbono y es cinco veces más ligero que el aluminio. De hecho, una lámina de un metro cuadrado de grafeno sólo pesa 0,7 miligramos. Entre sus propiedades está también que es un hiperconductor eléctrico, puesto que los electrones se mueven por él 200 veces más rápido que en el silicio. Además, consume mucha menos energía y se recalienta mucho menos que el material que hoy está en el corazón de los chips que gobiernan todos nuestros aparatos. Todo esto puede suponer un vuelco en la computación tal y como la conocemos hoy en día.

Sin embargo, no todo es color de rosa cuando se habla de grafeno. El gran obstáculo a su popularización es que todavía no se ha dado con una forma de producción masiva de este material. Los métodos usados para aislarlo, como la exfoliación con cinta adhesiva o con potentes disolventes y oxidantes, no acaban de convencer y además son lentos y contaminantes. Hay muchos investigadores y tecnológos trabajando para solucionar el problema, pero todavía habrá que esperar. Mientras tanto, se están dando soluciones imaginativas. En una universidad de Houston lo han sintetizado a partir de azúcar común a 800 grados de temperatura.

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