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Productividad en España: ¿Por qué es tan baja?



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La productividad es un parámetro fundamental para ver la salud de una economía. En España, la productividad está muy por debajo de la de los países punteros, y eso condena el futuro del país. Analizamos las razones y las posibles soluciones

Actualizado el 13 jun 2023

Juan Cabrera

Redactor Jefe de Channel Partner



Captura productividad (Adobe)

La baja productividad por empleado en España es uno de los males crónicos de la economía nacional. Este parámetro, que muchas veces se pasa por alto, está detrás de los bajos sueldos que se pagan en este país y es clave para determinar el nivel de bienestar futuro de la sociedad y de la capacidad competitiva de las empresas. En este post vamos a definir la productividad, identificar las razones que impiden su despegue y proponer algunas recetas para fomentarla.

¿Qué es la productividad y cómo se mide?

En pocas palabras, la productividad es una medida económica que permite calcular cuántos bienes y servicios se han producido por cada factor utilizado, y en un tiempo determinado. Por factores se entienden los trabajadores, pero también el capital invertido durante un periodo o la innovación tecnológica.

La productividad laboral es de la que más se habla. Para calcular la productividad de un país se suele dividir el PIB entre el número total de horas trabajadas. 

La productividad es un parámetro importante porque está relacionada con la eficiencia y el rendimiento de una economía. Y, en última instancia, con las posibilidades económicas de sus ciudadanos (salarios) y con el bienestar de la sociedad en general. Cuanto mayor es la productividad de un país mayores son los sueldos y también los impuestos que se recaudan, que son los que permiten sostener servicios públicos como la sanidad y la educación, y políticas sociales. En las empresas, también es un aspecto fundamental, y para conocerla los gestores recurren a métricas de rendimiento. Asimismo, para fomentarla, establecen medidas de conciliación y flexibilidad laboral, o adquieren nuevas tecnologías, entre otras medidas.

La productividad en España y en Europa

La economía española tiene una de las productividades más bajas en la zona euro, y muy alejada de las que exhiben los países punteros a nivel mundial. La capacidad de producir bienes y servicios en este país lleva dos décadas saliendo mal en la foto europea. Según datos de Eurostat, en 2022 España se situó 16,5 puntos por debajo de la media de la eurozona en productividad laboral por hora trabajada, y 8,2 puntos menos que la media de los 27 países de la UE.

Cuanto mayor es la productividad de un país mayores son los sueldos y también los impuestos que se recaudan

Los países con mayor PIB por hora trabajada son, según datos de Eurostat en 2022, Irlanda, Luxemburgo, Dinamarca, Alemania, Holanda y Austria. Y por debajo de España se sitúan estados como Eslovenia, República Checa, Chipre, Lituania, Rumanía, Croacia o Portugal.

A nivel global, y si se compara con potencias como Estados Unidos o China, Europa tiene también la asignatura pendiente de su productividad, que los expertos achacan a la rigidez de los mercados de trabajo y a la suficiente inversión en I+D, entre otras cosas.

Las razones de la baja productividad en España

La baja productividad es un síntoma de que muchas cosas no funcionan a nivel económico. Hay muchas razones que explican que el parámetro de la productividad no brille en España. Estas son las significativas:

Nivel formativo bajo

A finales de 2022, el director general de Economía y Estadística del Banco de España, Ángel Gavilán, decía que en gran parte el problema de la baja productividad se debe a un “déficit muy significativo” del nivel de formación de los empleados, los empresarios y los trabajadores autónomos, en comparación con la zona euro. Además, el nivel de compromiso de los trabajadores es bajo.

Escasa cultura empresarial

En líneas generales, la cultura empresarial en España es más baja que la de otros países europeos o que la de Estados Unidos. Los gestores de este país pecan de conservadores y muchas veces no están dispuestos a innovar en procesos y en tecnología. La baja calidad directiva supone un freno a la productividad.

Mala asignación de recursos

Otra de las razones a las que aludía Ángel Gavilán, del Banco de España, para explicar los pobres ratios de productividad a nivel nacional es “la mala” asignación de recursos. En este sentido, son muchos los analistas que piden más flexibilidad en el mercado de trabajo, para que los profesionales puedan pasar de una compañía a otra y llevarse sus conocimientos y capacidades.  

Escasa inversión tecnológica

Otro freno a la productividad es la carencia de inversión tecnológica y en innovación de las empresas españolas. En España, las compañías invierten poco, y, además, son escasas las que hacen esta inversión. En las tablas de I+D, España ocupa un puesto muy discreto a nivel europeo, y está a años luz de líderes como Corea del Sur, Estados Unidos o Japón.

Minifundismo empresarial

En parte, los bajos niveles de productividad también se deben a la estructura del tejido empresarial, que es muy minifundista, y donde escasean las compañías medianas y grandes, que son las que más suelen hacer por formar a sus plantillas e innovar. Según datos oficiales, en España hay 2,92 millones de pymes, lo que supone un 99,8% de número total de empresas. Y de esas, 1,12 millones son microempresas, es decir, que tienen menos de 10 empleados. Empresas grandes (por encima de 250 empleados) sólo hay 5.500. Mientras que las medianas (entre 50 y 250 empleados) rondan las 27.000.  Sólo Grecia tiene un tamaño de empresa más pequeño. Precisamente, para paliar este problema el año pasado fue lanzada la Ley Crea y Crece.   

Recetas para aumentar la productividad en España

En los próximos años, España y sus empresas deberán abordar la tarea de mejorar la productividad, con el fin de mantener e incrementar la competitividad frente a compañías foráneas. Y, a nivel interno, con el objetivo de garantizar subidas salariales y el estado del bienestar. Para ello, políticos y gestores empresariales tendrán que aplicar recetas y reformas estructurales como:

Fomentar la inversión en I+D

España todavía está muy lejos de los países punteros del continente y de otras geografías en este punto. En 2020, este apartado supuso un 1,4% del PIB (algo más de 17.000 millones de euros), mientras que el compromiso europeo de inversión es llegar al 2%. Alemania, por ejemplo, destina más del 3% de su PIB, mientras que Estados Unidos llega al 3,4% y Corea del Sur roza el 5%.

Promover la formación y la educación de calidad

Y adaptada a las necesidades reales del mercado. Aunque la tasa de abandono escolar en España se mantiene estable, todavía es muy alta (casi 14% de las personas entre 18 y 24 años no han completado la educación secundaria, según datos de la EPA en 2022). En marzo de 2022 se aprobó la nueva Ley de Formación Profesional, con el objetivo de dinamizar la entrada de jóvenes formados en el mercado laboral.

Promover una cultura empresarial de altura

Se trata de una cultura en la gestión empresarial que promueva la colaboración entre compañías y entre equipos. Y que fomente la introducción de mejores procesos y políticas en el tejido productivo.

Impulsar la flexibilidad laboral

Con fórmulas como el teletrabajo, los contratos a tiempo parcial y la conciliación familiar, entre otras medidas. Un empleado feliz es un empleado productivo.

Innovar con nuevos sistemas informáticos y tecnológicos

Las nuevas tecnologías ayudan a simplificar procesos y a agilizar el trabajo de los empleados. Y evita que estos se demoren en tareas rutinarias y de poco valor. En este sentido, las compañías tendrán que estar muy al tanto en los próximos años de su stock de capital tecnológico y sobre todo de los desarrollos que lleguen en el ámbito de la inteligencia artificial.

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