Sabías que tendremos que decir adiós a las oficinas atestadas del pasado?

Publicado el 05 Jun 2020

Oficinas de un mayorista informático antes de la pandemia.

Se calcula que un 80% de las empresas españolas ha incrementado el teletrabajo con el fin de conseguir que su actividad se resienta lo menos posible ante esta crisis, según una reciente encuesta del Banco de España. Muchas empresas se plantean seguir con esta modalidad hasta pasado el verano, cuando la crisis sanitaria esté más controlada, pero ¿cómo será la oficina pospandemia?

“Parece evidente que el miedo a la COVID-19 nos llevará a un modelo de oficina de tipo ‘panal de abejas’, en la que cada trabajador quede aislado de sus compañeros”, afirma Miguel Arenas, profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC. Muy diferente a la idea de diseño de planta abierta u open plan con espacios absolutamente diáfanos que se implantó en los últimos años para mejorar el rendimiento y la comunicación entre los trabajadores.

Ante una pandemia tan compleja y con una tasa de reproducción tan alta, los paneles, las barreras o las mamparas se convertirán en un recurso necesario. “Ante la situación de crisis sanitaria, las empresas se verán obligadas a utilizar barreras físicas para mantener una separación efectiva entre los puestos de trabajo cuando no se pueda garantizar la distancia mínima de dos metros entre los trabajadores”, afirma Arenas. Según un estudio llevado a cabo en Dinamarca a más de 2.400 empleados, a medida que aumentaba la cantidad de personas que trabajaban en un mismo espacio, también crecía el número de empleados a los que se daba la baja médica. Los que trabajaban con más de seis personas registraban un 62 % más de días de ausencia por enfermedad.

“Volverá a tenerse en cuenta el ‘síndrome del edificio enfermo’ y a corto y medio plazo tendrán un peso relevante los protocolos de limpieza y desinfección en las oficinas y en los espacios comunes, así como las mejoras y las revisiones continuas de los sistemas de filtración de aire”, afirma Iván Ciudad Valls, profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC.

Atención a los espacios comunes

Pero no solo las oficinas, los espacios comunes como la cantina, los baños o los ascensores deberán cambiar y adaptarse a la nueva situación. “Las zonas comunes pasarán por una modificación temporal más rígida en su gestión, tendrán una limitación y un control de aforo y posterior limpieza y desinfección”, advierte Ciudad. En esta línea, Arenas afirma que dentro de los ámbitos de trabajo se deberá hacer un uso racional de los espacios que impida aglomeraciones. Por ejemplo, se acabará el compartir ascensor y es muy probable, según los expertos, que se utilice solo de subida y que la bajada se haga por las escaleras.

Para evitar aglomeraciones y ante un teletrabajo puesto en marcha casi como un experimento, muchas empresas impulsarán los turnos rotativos y progresivos de presencialidad. “En principio se incorporará un porcentaje de la plantilla que se aumentará gradualmente, y se retrasará la incorporación de las personas especialmente sensibles y de las que convivan con personas vulnerables”, explica Ciudad.

La situación del estado de alarma determinará la vuelta a las oficinas y será el Estado o las propias comunidades autónomas las que marcarán las pautas mínimas de vuelta a los despachos. “Esta se hará ordenadamente y evitando la presencialidad y la coincidencia de toda la plantilla, que son las medidas de prevención más eficaces y coherentes”, considera Arenas.

Oficinas más vacías a largo plazo

De hecho, empresas como Google ya se plantean tener oficinas más vacías, no solo en modo de desescalada, sino también a largo plazo. Oficinas con menos trabajadores permiten escoger espacios con menos superficie y, por tanto, más baratos, lo que significa un alivio económico para las empresas. “Pero la compañía no podrá imponer obligatoriamente quién debe hacer teletrabajo”, advierte Pere Vidal, profesor colaborador de los Estudios de Derecho laboral de la UOC, que añade que si el teletrabajo no forma parte de la descripción inicial del puesto, y el empleador hace una oferta de teletrabajo, “el empleado puede aceptar o rechazar la oferta (voluntariedad), pero no se le podrá imponer, ni tan siquiera con un procedimiento de modificación sustancial de condiciones de trabajo”.

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