Por Paulí Amat, director general de Tech Data España
Iniciamos 2009 como acabamos 2008: sin saber a ciencia cierta cómo será la evolución de la economía y el mercado, sin saber de qué manera se inyectará la liquidez necesaria entre familias y empresas, y si esta inyección será suficiente para incentivar el consumo y la inversión –elementos imprescindibles para el movimiento del mercado- y, por ende, la reactivación económica.
Sin embargo, irónicamente, al mismo tiempo atravesamos, en lo que a la industria se refiere, un período fascinante de progreso tecnológico en el que una palabra se impone sobre todas las demás: convergencia. La convergencia es un término que, de tan manido, aporta ya poco valor al concepto al que se refiere, y sin embargo hablamos de una revolución sin precedentes que marcará un antes y un después no sólo en la industria informática, sino en cuanto a la forma en que la tecnología penetra en la sociedad. Se trata de una revolución que supondrá un impacto sólo comparable a la que supusieron, en su día, la llegada del PC a los hogares y las pymes, o la propagación de Internet a lo largo de todos los ámbitos.
Pero esta nueva revolución tiene un “algo más”, porque no es un ente nuclear, sino que afecta a todos los segmentos de la industria, con tecnologías diferentes, pero con un mismo patrón: el de la confluencia de unas tecnologías y otras para dar como resultado tecnologías nuevas (convergentes), que se plasman en dispositivos y aplicaciones que llenarán, cada vez más, los lineales y los proyectos de empresa.
No voy a entrar ahora al innegable impacto que esta nueva revolución va a tener para la sociedad, que, por cierto, será decisivo. Quiero referirme a las oportunidades que está suponiendo y va a suponer para el canal, con una pléyade de nuevos productos de todo tipo (unos triunfarán, otros no), tanto para el mercado de consumo, donde la multimedia, las comunicaciones y el ocio digital se fusionarán en mil maneras dando a los usuarios nuevas formas de uso de la tecnología; como para el entorno empresarial, donde los revendedores de valor añadido encontrarán verdaderos filones a la hora de implementar proyectos para sus clientes, con el mundo IP, las comunicaciones unificadas, la virtualización y la movilidad (con la integración de la telefonía móvil como elemento de valor) como principales focos de desarrollo, y la seguridad por encima de todos ellos, dado el nuevo panorama que supone la coronación de Internet como el gran catalizador.
Traducido a números, esto significa un mercado más diverso y con más opciones en las que apoyarse para desarrollar el negocio y crecer. Hablamos de nuevos mercados, nuevas facetas de la demanda, y, para el canal, un gran reto, que a su vez supone una oportunidad: el de la especialización. Particularmente en el terreno de la empresa, va a ser necesario un esfuerzo por parte de los dealers por centrar su negocio en aquellas áreas que dominan o que quieren dominar.
Los mayoristas, como no puede ser de otro modo, pondrán a su disposición nuevas y mejores tecnologías, herramientas más eficaces para la integración de soluciones, y todos los instrumentos de apoyo (servicios financieros, soporte técnico, formación, apoyo en marketing) que necesiten para buscar el éxito. Pero el éxito habrán de buscarlo ellos, en un contexto económico que, como ya he dicho, estará marcado a corto plazo por la carencia de liquidez, la relajación de la demanda y el ajuste de márgenes y precios.
En definitiva, un futuro más prometedor que nunca, pero donde no van a regalar nada. ¿Se puede pedir más?
