En los dos últimos años, se ha incrementado el interés de los responsables de IT por la nube como una forma para ahorrar costes y recursos. Esto ha dado lugar a un mayor interés por parte de las empresas que desean migrar sus sistemas TI a una plataforma cloud. Es ahora el momento de que los integradores de sistemas, así como otras figuras del canal de distribución, hagan frente a esta oportunidad y a este desafío.
Para empezar hay que tener en cuenta que el cloud está siendo impulsado fundamentalmente por las unidades de negocio, en lugar de las áreas tecnológicas. Los primeros contemplan la nube como una plataforma para ahorrar costes – básicamente por su forma de financiación y pago – y los segundos además de este aspecto valoran la complejidad tecnológica y la forma en que estas se integrarán cuando se trasladen fuera de la organización.
Llegados a este punto, el papel del integrador juega un importante rol puesto que tiene que integrar y atender las necesidades tanto del área de negocio como del área IT y hacer entender a la compañía en conjunto: Qué aplicaciones se migran y a dónde, qué tipo de modelo de transferencia a la nube es la más adecuada, cuáles son las formas de migración hacia la nube, cuáles son los requisitos de servicio (SLA) y cómo evaluar el retorno de la inversión.
Es clave entender que la nube no cambia la relación del integrador de sistemas con sus clientes. Las personas que toman decisiones en las organizaciones también son conscientes de que las relaciones fundamentales con sus proveedores de confianza no cambian cuando se trasladan a la nube. Si sus relaciones actuales incluyen la subcontratación o los servicios profesionales en la arquitectura y en el despliegue de las TI, la nube será simplemente otra plataforma.
Los beneficios potenciales para el integrador de sistemas y la empresa, desde el punto de vista de la eficacia, son sustanciales. Sin embargo, para que estas ventajas existan – al igual que ocurre con otros cambios de infraestructura – debe existir una planificación y definición de objetivos adecuados y válidos. En definitiva, hay que garantizar que se proporcionará lo que se promete.
En la nube, el integrador de sistemas tiene la oportunidad no sólo de ampliar sus relaciones existentes con los clientes empresariales, sino que puede añadir una nueva dimensión. La nube ayuda a unir diferentes plataformas y concede al integrador de sistemas la oportunidad de construir una plataforma a la medida de sus clientes.


