La revolución del trabajo flexible se hace cada vez más patente. Nos estamos liberando de las cadenas que nos atan a los espacios de trabajo fijos. Resulta evidente que el modelo de trabajo que conocíamos hasta ahora ha dejado de ser sostenible. Las oficinas permanecen vacías la mitad del tiempo, se desperdician energía y recursos, y se consume el capital corporativo. La explosión del trabajo flexible, impulsado por tecnologías vanguardistas y por la telefonía móvil, está redefiniendo drásticamente la manera de trabajar, desplazando el modelo de los últimos 120 años: trabajadores yendo a un lugar de trabajo fijo para sentarse frente a un escritorio, con su teléfono y su ordenador.
Hay seis factores que están obligando a las empresas a cambiar, a volverse más eficientes y flexibles, estas fuerzas externas (personas, cultura, tecnología, sostenibilidad, transporte y propiedad inmobiliaria) afectan a todas las empresas por igual: desde las pymes, hasta las multinacionales. El último estudio, titulado Agility@Work, llevado a cabo entre Regus y la empresa Unwired, especialista en el trabajo del futuro, examina las experiencias de los primeros grupos que adoptaron los nuevos estilos de trabajo: Nokia, RBS, la BBC, Citigroup y Accenture, analizando el impacto de dicha adopción.
No hay empresa que pueda salir airosa de la crisis ignorando las nuevas tendencias. No se trata únicamente de cambiar; hablamos de llevar a término una revolución. La sostenibilidad, por ejemplo, es un requisito económico, pero también es una necesidad de las personas y de las empresas de «hacer lo correcto». Los gobiernos, por su parte, están haciendo posible el cambio mediante la legislación. Pero para seguir avanzando habrá que cambiar patrones y lugares de trabajo.
En el futuro se van a necesitar nuevos espacios periféricos que sean un híbrido entre la oficina corporativa y el propio domicilio. Y es que ya no hace falta estar en un lugar fijo para ser productivo.
Entre los ejemplos de este tipo cabe mencionar los clubs «privados» como The Hospital Club, en el que los ejecutivos del mundo del arte y de la publicidad pueden trabajar, reunirse y comer; espacios de trabajo contratados mediante reserva, como el centro Berkeley Square de Regus, o lugares públicos como la biblioteca municipal The British Library, en la que se ha creado una zona de trabajo gratuita con Wi-Fi para trabajar y reunirse.
El trabajo ya no tiene por qué realizarse en un edificio: a medida que vayan desapareciendo los límites físicos cada vez habrá más lugares eficientes y mejores para trabajar. Las empresas pueden diferenciarse reduciendo el número de propiedades inmobiliarias, aumentando con ello la sostenibilidad, y ofreciendo nuevas formas de trabajar. La reducción en un 30% de la superficie de explotación supone la eliminación de un 30% de emisiones de carbono. Conseguir un cambio radical dependerá de la aplicación de estrategias que lleven a aprovechar las oportunidades de los nuevos estilos de trabajo, involucrando siempre a las cuatro generaciones de trabajadores activos en la actualidad. La «siguiente» generación (los que todavía están estudiando) serán los auténticos hijos de la era digital, los que adopten de forma más natural los espacios de trabajo virtuales que estamos creando para el futuro. Los nuevos estilos y modelos de trabajo dependen de la tecnología: teléfonos inteligentes, ordenadores portátiles, conexiones inalámbricas. Todo ello hace innecesarios los desplazamientos, se puede trabajar desde cualquier sitio.
El ritmo de evolución tecnológica se acelera; la videoconferencia es tan sólo un ejemplo de una forma de ahorrar costes de viajes y cuidar el medio ambiente. La identificación de qué tecnología se necesita, la disponibilidad de las herramientas necesarias y la adaptación de las estrategias inmobiliarias serán claves para conseguir una puesta a punto corporativa. Con el tiempo, la gente verá el trabajo como algo que se hace, no como un lugar al que se va, y el lugar de trabajo como un servicio, y no como un edificio redundante y medio vacío. Los albores del siglo XXI se verán en el futuro como el punto de inflexión en el que los nuevos conceptos revolucionaron 120 años de inflexibilidad. Seguir con la estrategia de puesta a punto es la única forma de avanzar.



