Como todos los años, Oracle ha tomado el centro de San Francisco. Más de 40.000 clientes y partners de la compañía procedentes de todo el mundo han acudido a la ciudad del Golden Gate para ponerse a la última de uno de los catálogos de soluciones más extensos de la industria hoy en día. Y lo van a hacer de mano de la plana mayor de la compañía, con el mediático Larry Ellison a la cabeza, y de otros primeros ejecutivos, como Mark Hurd (HP), Héctor Ruiz (AMD), Paul Ottelini (Intel), Michael Dell (Dell) y Jonathan Schwartz (Sun). La filial ibérica de Oracle se ha llevado a más de 30 personas, entre usuarios y socios comerciales. En la sesión inaugural del domingo planeó la nostalgia y no se habló prácticamente de tecnología, toda vez que Oracle celebra en esta edición, que se prolongará hasta el próximo jueves, su trigésimo aniversario. Larry Ellison, con su clásico desenfado, hizo balance y recordó el germen de la compañía, que se remonta a 1977, cuando cuatro jóvenes pusieron el poco dinero que tenían, alrededor de 2.000 dólares, en un proyecto que, con el paso de los años, ha ido dejando a muchos competidores por el camino y ha dado lugar a una multinacional de más de 18.000 millones de dólares de facturación y 300.000 clientes en todo el planeta. La sesión de apertura del Oracle OpenWorld 2007 estuvo trufada de homenajes a los fundadores y de referencias a las personas que desde 1977 más han contribuido a consolidar al gigante de las bases de datos. Ellison, que cuando se embarcó en esta aventura tenía 32 años, bromeó recordando que una de sus primeras ventas importantes de su base de datos fue a la CIA y que ello obligó a los integrantes de aquel equipo “a llevar pantalones largos y traje”. La agencia de seguridad estadounidense tardó nueve meses en pagar los 48.000 dólares en los que se había presupuestado aquel proyecto, lo que dejó con una mano atrás y otra delante a los pioneros de Oracle.
Por otra parte, los asistentes a OpenWorld también pudieron saber por los testimonios de los protagonistas que Oracle no guardó libros de contabilidad reales de sus dos primeros años de actividad. Ellison y sus socios no tenían ni idea de que era un balance. Más aún: Ellison reconoció que cuando descubrieron que el repartidor que cada noche les traía las pizzas era un estudiante de contabilidad de la universidad de Berkeley, le convencieron para dejar sus estudios e incorporarse a la compañía. En fin, los tiempos han cambiado mucho para uno de los hombres más ricos del mundo se le calcula una fortuna de más de 20.000 millones de dólares-.



