Según IDC, durante el pasado verano los fabricantes de ordenadores personales dejaron de vender un 13,7 por ciento en todo el mundo. Peor lo pasó la industria estadounidense, que cayó nada menos que un 21 por ciento; algo inaudito en un sector que, en toda su historia, no había vivido retrocesos y que sólo empezó a desinflarse, aunque muy ligeramente, durante el segundo trimestre. Los problemas se acumulan sobre todo para Compaq y HP, que además tienen que convencer a canales y clientes de que la fusión anunciada por las direcciones de ambas compañías a primeros de septiembre, justamente una semana antes de los ataques terroristas, va a llegar a buen puerto. Compaq descendió entre julio y septiembre nada menos que un 50 por ciento en EEUU, y HP un tercio.
Aunque algunas voces acreditadas del sector en España han confirmado que el verano pasado ha sido uno de los periodos más duros en mucho tiempo, no pintan tan mal las cosas en nuestro país. Los agentes están ilusionados ante la llegada de SIMO y muchos confían en que Windows XP, ayudado por Pentium 4, anime las ventas en los próximos meses.
Pero aún hay más. Las carencias tecnológicas de este país -empresas, instituciones y hogares- son tan significativas que es impensable que la máquina del sector no da más de sí. Sedisi ha publicado recientemente un informe que deja a España a la cola de Europa y a una distancia sideral de EEUU en materia de equipamiento. Analizando indicadores como el del número de servidores por millón de habitantes o el porcentaje de empresas que compran y venden por Internet, la patronal considera que el país se encuentra a 12 años de la UE, a 30 de los países del Viejo Continente más avanzados y a medio siglo ¡ahí es nada! de EEUU. El plan de convergencia que propone la asociación pasa porque el gasto en TI crezca anualmente un 15 por ciento durante los próximos cuatro ejercicios. Para que eso se cumpla será imprescindible el papel de los poderes públicos como inversores e incentivadores de esa inversión al mismo tiempo. Por el momento, ni el programa Info XXI, lanzado a bombo a platillo por Aznar, ni los incentivos fiscales a las pymes en la compra de tecnología, por poner dos ejemplos, han dado los resultados deseados. Pero también será fundamental el concurso de los proveedores de tecnología y de sus distribuidores, que son los que en última instancia pueden hacer comprender a los clientes la necesidad de salvar la distancia con respecto a los competidores en el extranjero. Esta coyuntura, con un mercado que se retrae por desconfianza ante el futuro y donde a la vez persisten las carencias, exige, más si cabe, que el canal aguce los sentidos y esté dispuesto a dar valores más allá de la simple venta del producto. Sólo aquellos que integren el negocio electrónico en el día a día y añadan actividades como la consultoría o la formación a su quehacer saldrán bien parados.


