El panorama de la Inteligencia Artificial acaba de experimentar un terremoto financiero. Advanced Micro Devices (AMD) ha sellado un acuerdo multimillonario para suministrar su última generación de microprocesadores a OpenAI, la empresa detrás de ChatGPT. Este movimiento no es solo un trato comercial; es una declaración de guerra directa contra Nvidia, el rey indiscutible del sector.
Aunque los detalles exactos se mantienen en secreto, la presidenta de AMD, Lisa Su, no se contuvo al declarar que el pacto podría generar «decenas de miles de millones de dólares en nuevos ingresos».
El mercado reaccionó al instante: las acciones de AMD se dispararon un 28,3% en Wall Street. Esta es la mayor subida de la compañía desde 1996, un testimonio del impacto sísmico de esta alianza y del bum que está suponiendo entre los inversores la inteligencia artificial, algo que algunos comparan con una burbuja en toda regla.
Este acuerdo se produce solo semanas después de que OpenAI firmara un pacto similar por nada menos que 100.000 millones de dólares con Nvidia. Claramente, OpenAI no quiere depender de un solo proveedor en su frenética carrera por construir el futuro de la IA.
OpenAI planea desplegar suficientes chips Instinct de AMD para consumir seis gigavatios (GW) de potencia, un consumo energético equivalente al de toda la Comunidad de Madrid durante un año. El despliegue inicial, que comenzará en 2026, ya requerirá un GW. El acuerdo permite a AMD entrar de lleno en la batalla por el liderazgo en los microprocesadores de IA, un nicho dominado por Nvidia, y la posiciona como un socio estratégico principal de la startup de Sam Altman.
¿Burbuja a la vista?
Empresas pioneras en IA como OpenAI no tienen la capacidad financiera de gigantes como Google o Microsoft para construir los centros de datos que necesitan. La solución es que los proveedores (como AMD y Nvidia) se conviertan en inversores y viceversa. Este baile de actores está alimentando el temor en Wall Street a una posible burbuja de infraestructura de IA. Las cantidades invertidas están eclipsando incluso las grandes inversiones de otras burbujas históricas, como la del ferrocarril en el siglo XIX y la de las puntocom a principios de este siglo.
