El Día del Transporte Marítimo, que se celebra este 22 de mayo, llega en un momento de transformaciones profundas para el sector. En 2025, las empresas que dependen del comercio internacional deben adaptarse a un nuevo escenario logístico condicionado por tres grandes fuerzas: las políticas arancelarias, las regulaciones medioambientales y la reconfiguración de las principales alianzas marítimas.
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Costes al alza por las nuevas normativas europeas
Uno de los factores con mayor impacto en las empresas es la entrada en vigor del sistema europeo de comercio de emisiones (ETS) y FuelEU Maritime, que obligan a las navieras a pagar por sus emisiones de CO₂ y a utilizar combustibles más sostenibles, actualmente más costosos. Este aumento de los costes operativos se está trasladando a las empresas importadoras a través de recargos medioambientales y ajustes en las tarifas de flete.
«Las empresas que dependen del comercio internacional deben adaptarse a un nuevo escenario logístico condicionado por tres grandes fuerzas: las políticas arancelarias, las regulaciones medioambientales y la reconfiguración de las principales alianzas marítimas»
En España, puertos estratégicos como Valencia, Barcelona o Algeciras ya perciben el impacto, especialmente en rutas intraeuropeas y en las importaciones procedentes de fuera de la Unión Europea.
A medio plazo, estas medidas podrían ejercer una presión moderada pero sostenida sobre la inflación, especialmente en sectores con alta dependencia de productos importados, como el textil, la electrónica o el gran consumo.
Además, las pymes importadoras y distribuidoras, que conforman buena parte del tejido empresarial español, tienen una capacidad limitada para absorber estos sobrecostes o renegociar condiciones con los grandes operadores logísticos. La consecuencia directa es una pérdida de competitividad frente a organizaciones con estructuras más flexibles o ubicadas en países con legislaciones menos estrictas.
Aranceles y relocalización: desafíos para los puertos españoles
La relocalización de la producción hacia países como Vietnam o India, motivada por la guerra comercial entre Estados Unidos y China, puede provocar cambios significativos en las rutas marítimas y en la distribución de carga, afectando directamente a hubs logísticos clave del Mediterráneo como Valencia o Barcelona.
Estos puertos, tradicionalmente integrados en las rutas Asia-Europa, podrían experimentar una disminución del tráfico en favor de nuevos hubs del norte de África, especialmente aquellos que están realizando fuertes inversiones en infraestructura y cuentan con menores costes operativos. Ejemplos como el puerto de Tánger Med, en Marruecos, muestran cómo la región se está consolidando gracias a su posición geográfica, condiciones fiscales favorables y políticas de atracción de inversión extranjera.
«Las empresas deben revisar contratos logísticos, introducir cláusulas de ajuste por emisiones, diversificar proveedores y mejorar la planificación para adaptarse a las nuevas normativas logísticas»
Si los puertos españoles no reaccionan con agilidad, corren el riesgo de perder capacidad de atracción y su posición estratégica. Por ello, deben adaptarse diversificando sus servicios logísticos, potenciando conexiones con nuevos mercados emergentes y mejorando su eficiencia para captar flujos alternativos. Su futuro dependerá en gran medida de su capacidad para integrarse en cadenas logísticas globales más flexibles, así como de las inversiones en infraestructuras y digitalización que les permitan mantener su competitividad frente a otras regiones.
Reconfiguración de las alianzas marítimas
Desde febrero de 2025, el sector ha experimentado otro cambio significativo tras la reconfiguración de las principales alianzas que han dominado el transporte marítimo en la última década. La disolución de la Alianza 2M, compuesta por Maersk y MSC, ha dado paso a nuevas formaciones como Gemini Cooperation, integrada por Maersk y Hapag-Lloyd, y Premier Alliance, que agrupa a ONE, HMM y Yang Ming. Por su parte, MSC opera de manera independiente.
Esta reorganización modifica las dinámicas del mercado a nivel mundial, lo que se traduce en una alteración de las rutas, frecuencias y la fiabilidad del servicio. Si bien se espera que a largo plazo estos acuerdos mejoren los servicios, la eficiencia y la resiliencia de las cadenas de suministro, en los primeros meses pueden producirse fluctuaciones en los precios e interrupciones temporales en algunas rutas.
Claves para mantener la competitividad
En este contexto, las empresas deben dejar de concebir el transporte como un coste fijo y empezar a gestionarlo como una palanca estratégica. Revisar contratos logísticos, introducir cláusulas de ajuste por emisiones, diversificar proveedores y mejorar la planificación son pasos fundamentales para mantener el equilibrio entre coste y servicio.
Además, contar con una cadena de suministro flexible y segura se ha vuelto imprescindible. Identificar riesgos como interrupciones en la producción o incidencias logísticas, desarrollar planes de contingencia y evitar la dependencia de un único proveedor o ruta son medidas clave. La selección de proveedores fiables, respaldada por contratos claros y mecanismos de seguimiento, permite minimizar interrupciones.
Mantener una comunicación fluida y proactiva con los operadores logísticos ayuda a anticipar problemas y actuar a tiempo. Asimismo, reducir la complejidad operativa y mejorar la visibilidad en toda la cadena no solo disminuye riesgos, sino que también optimiza costes y fortalece la capacidad de respuesta. En definitiva, una cadena sólida y eficiente permite a las empresas mantener su actividad, incluso en entornos inestables.
El transporte marítimo está entrando en una nueva etapa que implica gestionar con inteligencia una red logística global cada vez más compleja y exigente. Las empresas que tomen decisiones basadas en datos, con una visión integral de su cadena de suministro y una gestión activa de sus proveedores, estarán mejor posicionadas para adaptarse, resistir y crecer.