La noticia ha cogido a todos por sorpresa, incluso a los propios trabajadores de la filial española. Carly Fiorina, que asumió el puesto de mayor responsabilidad en el consejo de la multinacional en julio de 1999, procedente de Lucent Technologies, ha presentado su dimisión. Los títulos de la compañía informática recibieron con euforia la salida de su presidenta. Así, sus acciones abrieron en 22,20 dólares, un 10,2% por encima del cierre del viernes. La noticia, desvelada a primera hora de la mañana en Estados Unidos, no viene sola, pues está previsto que Robert Wayman, actual director financiero, asuma las funciones de CEO, un puesto que también había acaparado Fiorina, hasta que se encuentre un sustituto. No obstante, Wayman seguirá estando al frente del equipo financiero de la multinacional. Por su parte, Patricia C. Dunn, que también procede de la alta dirección del fabricante, pasa a ser la nueva consejera delegada, aunque sin ninguna función ejecutiva.
¿Qué ha pasado? Todavía no ha trascendido nada significativo. Mientras que Fiorina ha dicho, según una nota de la propia HP, que tuvo diferencias con otros miembros del consejo sobre la mejor manera de llevar a cabo los planes estratégicos marcados, Patricia C. Dunn, en un comunicado que comparte todo el consejo de administración, ha agradecido a la dimisionaria su labor en los pasados seis años, un periodo que aprovechó para explotar mejor las posibilidades de la multinacional para competir y ganar. En fin, buenas palabras y poco más.
El periodo en el que Fiorina ha estado al mando ha sido intenso. La primera decisión importante fue la de comprar la parte de consultoría tecnológica de PricewaterhouseCoopers, siempre con la idea de reforzar lo suficientemente su negocio de servicios (a la postre uno de los más rentables de la corporación) y competir en las grandes cuentas con IBM, que ya había iniciado su transición al mundo de los servicios en la primera parte de la década de los noventa.
Más tarde, y ante el fracaso de la operación (los 18.000 millones de dólares en que se valoró la consultora dieron al traste con la compra), Fiorina afrontó la mayor adquisición del sector informático hasta la fecha, la de Compaq. Corría el fatídico mes de septiembre de 2001 y ambas firmas entraban en una operación valorada en 4,5 billones de las antiguas pesetas. La idea era aprovechar sinergias y reducir costes, algo inevitable ante la sangrante bajada de precios del mundo del hardware. Aunque los accionistas de Compaq tardaron poco en dar el visto bueno, algunos sectores de HP, liderados por Walter Hewlett, uno de los fundadores, se negaron en redondo a consumar la operación. Al final, tras casi un año de incertidumbres la fusión se hacía realidad.


