Como partners de Microsoft, se nos anima a mantener la cabeza en la nube; concretamente, en Azure. Pero, de vez en cuando, es fundamental tomar distancia y evaluar la posición macroeconómica de Microsoft, ya que impacta directamente en la nuestra.
El ecosistema al completo está surfeando una ola de IA sin precedentes, y las valoraciones son asombrosas. Esto ha llevado a muchos a plantear la pregunta clave: ¿Estamos en una burbuja de IA? Tras analizar los últimos acuerdos y datos financieros, mi respuesta es esta: puede ser, pero no es una burbuja tradicional. Es algo mucho más complejo y circular. Y los recientes movimientos de Microsoft para renegociar su relación con OpenAI demuestran que ve riesgos sistémicos y está ejecutando una estrategia para reducir el riesgo de su futuro.
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Acto I: La jugada maestra de los 13.000 millones de dólares
La trayectoria de Microsoft en IA ha sido de inversión inteligente. Tras 1.000 millones iniciales en 2019 y más en 2021, Microsoft apostó todo con una inversión de 10.000 millones de dólares en enero de 2023, justo cuando ChatGPT estaba conquistando el mundo.
En retrospectiva, fue una de las inversiones más brillantes de la historia de la tecnología. Durante un tiempo, Microsoft tuvo la ventaja competitiva definitiva. Integró la tecnología de OpenAI en todo su stack (Copilots) y, gracias a su exclusividad, Azure se convirtió en la única nube para las empresas que querían las API de OpenAI. Esta exclusividad era tan potente que obligó incluso a clientes de AWS y Google a abrir cuentas en Azure, disparando el crecimiento de Azure AI.
Acto II: El motor sobrecalentado
Sin embargo, este éxito creó un motor financiero que ahora mismo está al rojo vivo, con valoraciones que desafían la lógica tradicional. Pensemos en la valoración de OpenAI, que supuestamente pasó de 157.000 millones de dólares en octubre de 2024 a 500.000 millones en septiembre de 2025. Esta valoración se basa en una tesis de crecimiento exponencial: proyectando un salto de 13.000 millones en ingresos este año a 100.000 millones en tres años, todo mientras gestiona 1,4 billones de dólares en compromisos de gasto.
El mercado se ha obsesionado. Cuando Oracle anunció un compromiso de nube de 300.000 millones de dólares con OpenAI, sus acciones subieron un 36% en un solo día.
Pero la tensión es evidente. La destitución temporal de Sam Altman en noviembre de 2023 fue un momento aterrador para Microsoft, revelando la fragilidad de su dependencia de una única y volátil startup. Más recientemente, los propios resultados de Microsoft para el trimestre que finalizó en septiembre de 2025 revelaron que las pérdidas de OpenAI solo en ese trimestre fueron de unos 12.000 millones de dólares.
La exposición financiera se ha vuelto tan compleja que Microsoft proporcionará ahora sus futuras previsiones excluyendo el impacto de sus inversiones en OpenAI, admitiendo que la volatilidad no tiene nada que ver con el rendimiento de su negocio principal.
Acto III: La burbuja «circular» y la salida inteligente de Microsoft
Esto nos lleva a la «burbuja». Las valoraciones no se basan solo en la expectación, sino que están alimentadas por una compleja red de relaciones financieras circulares. El ejemplo más claro es el acuerdo de Nvidia para invertir hasta 100.000 millones de dólares en OpenAI. Este capital está destinado a nuevos centros de datos de IA, que OpenAI a su vez equipará con millones de GPU de Nvidia. En resumen, Nvidia está financiando sus propias ventas futuras. Existen acuerdos similares con AMD y otros.
Es un sistema que se autoalimenta. La inversión en infraestructura de IA es real (se estima que el mundo se gastará 2,2 billones de dólares en centros de datos para 2029), pero la justificación financiera es un círculo cerrado: unos pocos gigantes tecnológicos invierten en OpenAI, que luego usa ese dinero para comprar productos y servicios de esos mismos inversores.
Microsoft vio este riesgo. Se rumoreaba que OpenAI no estaba contenta con la velocidad de despliegue de los centros de datos de Microsoft y quería renegociar. Microsoft, quizás viendo el coste astronómico (y singular) de esta expansión, aceptó sabiamente un nuevo acuerdo.
Anunciados a finales de octubre de 2025, los nuevos términos son una clase magistral de reducción de riesgo: la participación de Microsoft se reduce al 27% (aún valorada en 130.000 millones de dólares). OpenAI contrata 250.000 millones de dólares incrementales en servicios de Azure. Y lo más importante: las API de OpenAI siguen siendo exclusivas de Azure, pero Microsoft ya no tiene que ser el único proveedor de computación y, sobre todo, ahora puede perseguir la AGI (inteligencia artificial general) de forma independiente o con otros socios.
La lección para los partners
Entonces, ¿es una burbuja? Si OpenAI, el centro de este sistema circular, colapsara, las consecuencias serían inmensas. Pero la demanda subyacente de IA es real y sería absorbida rápidamente por Anthropic, Google y otros. Los gigantes tecnológicos (Microsoft, Nvidia) recibirían un golpe, pero sobrevivirían. Los verdaderos perdedores serían actores como Oracle o CoreWeave, y los inversores privados de OpenAI.
La decisión de Microsoft de reducir su dependencia exclusiva de OpenAI es la señal estratégica más importante para el ecosistema de partners. Al menos durante los próximos dos años, la demanda de IA existe y está contratada. A más largo plazo, quién sabe. La decisión de Microsoft de depender menos de OpenAI es probablemente una decisión inteligente.
Como partner de Microsoft, debes estar atento al posible racionamiento de capacidad y a la presión sobre los precios en las regiones de Azure con alta carga de IA. La lección para nosotros es clara: la ola de IA es real, pero las estructuras financieras construidas sobre ella son volátiles. Debemos seguir el ejemplo de Microsoft. Construir sobre la plataforma de IA, pero al mismo tiempo, generar resiliencia. Diversificar nuestra experiencia. Comprender el mundo multi-modelo y multi-nube para el que Microsoft se está preparando.






