Que Google es, en sí mismo, un fenómeno empresarial es algo indudable. El motor de búsqueda que a finales de los 90 echaron a andar Sergey Brin y Larry Page, dos estudiantes de la Universidad de Stanford, para poner un poco de orden al desconcierto mayúsculo que empezaba a presidir Internet, se ha convertido con el paso de los años en toda una multinacional.   Los números cantan: la Google de hoy es una de las compañías más capitalizadas del mundo; es, de largo, el mayor captador de ingresos de la boyante publicidad online; cuenta con decenas de miles de empleados y tiene centros de datos con millones de servidores (es un cálculo que hacen los expertos, pues la compañía no suelta prenda sobre cómo funciona el corazón de su negocio) rastreando Internet cada segundo. Además, sus tentáculos siguen creciendo y Google está su rodeando su sencillo buscador con las más sofisticadas herramientas de búsqueda (a mí Google Earth me sigue pareciendo un invento de ciencia-ficción), ya ha puesto sus ojos en el universo de la telefonía móvil y las comunicaciones transoceánicas y, por si fuera poco, reta a la mismísima Microsoft, que lleva 20 años dominando el mundo de la informática, con aplicaciones y un sistema operativo propio, Chrome.     Siguiendo este hilo, hay quien dice que el negocio futuro de Google no está en la publicidad que generan las búsquedas, sino en los programas, aunque yo creo que eso es mucho decir. Sin embargo, y a pesar de la megalomanía y el gigantesco interés que acompaña cada anuncio de Google, lo fascinante del buscador es, a juicio del periodista Jeff Jarvis, que ha escrito este interesante Y Google, ¿cómo lo haría?, que su forma de actuar, su modus vivendi, va a marcar la pauta para cualquier empresa prácticamente en cualquier sector productivo. Es decir, el mundo será Google o no será.     Porque, a juicio de Jarvis, el futuro más brillante será para las empresas que entiendan el cambio de paradigma que propone el buscador y donde las palabras claves son apertura y colaboración. “Ser propietario de una infraestructura, de los productos que fabrica e incluso de la propiedad intelectual ya no es clave del éxito”. El gato al agua se lo llevarán, sin embargo, las empresas red, las que permitan a los clientes colaborar en la creación y distribución del producto. Ese es el cambio operado que está detrás del ascenso de algunas de las empresas que más suenan en estos momentos, como Facebook, Twitter o Tienti, y es la moraleja que va a quedar de todo eso que se ha dado en llamar Web 2.0.     Sólo Apple y Dios escaparán, según Jarvis, a este influjo. El caso de la compañía de la manzana es claro y demuestra una firma profundamente hermética y vertical, que siempre ha tratado a sus clientes de forma paternal y que en ningún caso les dio opción a decidir, puede seguir en la cresta de la ola.  
El libro del bloguero de Buzzmachine es interesante sobre todo cuando analiza, a la luz del fenómeno Google, el momento actual y futuro del periodismo, la educación, la política, el comercio, la fabricación de coches o la banca. Particularmente lúgubres son las perspectivas para el mundo de la información que hemos conocido en los últimos 50 años. “Los periódicos se apalancaron en su flujo de caja y pensaron que algo vendría a rescatarles. No ocurrió. Ahora los diarios morirán. Pero la demanda de noticias no desaparecerá; está creciendo”. Más claro… agua.  
En fin. Estamos ante un trabajo discutible, pero que despierta el debate y que aporta muchos datos y adelanta tendencias que ahora se están dando en los mercados más avanzados (sobre todo Estados Unidos). Cabe reprocharle a Jarvis que ese exceso de información muchas veces lleve a cierto envaramiento y a perder el hilo argumental. Sin embargo, no hay duda de que estamos ante un periodista muy bien informado y que, desde su blog y en sus clases, ha reflexionado mucho y ha recibido muy variadas aportaciones sobre las cuestiones que plantea en este Y Google, ¿cómo lo haría?
Y Google, ¿cómo lo haría?
Jeff Jarvis
Editorial Gestión 2000
Barcelona, 2010
327 páginas
19,95 euros



