El Foro Asesores de Wolters Kluwer ha dado lugar otro año, y ya van 15, a un auténtico brainstorming (tormenta de ideas) acerca de la situación actual y el futuro de los despachos profesionales, esas empresas de servicios encargadas de organizar la información contable, fiscal y laboral de millones compañías y autónomos de todo el país. Y sin las cuales el tejido productivo simplemente no podría funcionar. En el evento, celebrado en el centro de Barcelona, se dieron cita economistas, funcionarios, gerentes de despachos y expertos en software de la propia Wolters Kluwer, que dibujaron un panorama positivo para el sector de la asesoría, aunque también reconocieron que hay importantes retos e incertidumbres a corto y medio plazo.
La parte positiva es que la economía española va bien y la alta tasa de actividad beneficia a las pymes y a sus asesores. La última previsión del Gobierno sitúa el crecimiento esperado de la economía en el 2,7%, tres décimas más que en el análisis anterior. Además, la tasa de paro se sitúa alrededor del 11%, un hito para un país que en muchas etapas ha tenido tasas de desempleo por encima del 10%. En el evento de Wolters Kluwer, el profesor de economía Gonzalo Bernardos certificó con algunos datos esta bonanza y explicó además que llega al tiempo que se está produciendo un profundo cambio demográfico en el país, que hace que ahora una gran parte de las personas que se incorporan al mercado laboral sea de extranjeros. Y animó a los presentes a aprovechar este giro: “Las asesorías deben poner el ojo en los emigrantes, que son los que están acaparando el emprendimiento y el mercado de trabajo”.
De lo comentado en el Foro Asesores de Wolters Kluwer, también se deduce que el momento es doblemente bueno para los despachos porque seguimos en una etapa de intensa producción legislativa, y los encargados de traducir para las empresas las novedades en materia de normativa laboral, contable o fiscal son precisamente las asesorías. Tomàs Font, primer ejecutivo de Wolters Kluwer en el sur de Europa, señaló en su intervención que en los últimos tres años ha habido en España hasta 700 cambios normativos en estos tres ámbitos. Y que la adaptación del software de contabilidad a la llamada “Ley antifraude” y la obligatoriedad de la factura electrónica que contempla la Ley Crea y Crece son cambios históricos y generales del mismo calado que la introducción del IVA en 1986. Y, por lo tanto, la oportunidad para las asesorías es monumental. “Son cambios que afectan a todas las empresas. Y que además tocan el corazón de sus operaciones, los sistemas de facturación”, manifestó Font.
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La ‘Ley antifraude’ está a la vuelta de la esquina
Pero a partir de ahí llegan los retos, y las prisas por superarlos. El primero es la necesaria puesta al día de los sistemas de gestión de las empresas porque el próximo 1 de julio de 2025 entra en vigor la “Ley antifraude”, destinada a acabar con las dobles contabilidades en las compañías. Sobre este asunto, la abogada Raquel Serón, directora de Law Care, dijo que el asesor deberá aconsejar a los clientes para que estos opten siempre por plataformas que estén adaptadas a la normativa. Pero advirtió de que no queda mucho tiempo para abordar esta transición. “Tenemos un tiempo limitado para abordar estos cambios, y además hay que seguir sacando adelante la operativa diaria”, dijo Tomàs Font. Manuel Trillo, director del Departamento de Inspección Financiera y Tributaria de la Agencia Tributaria, insistió en que el despacho debe garantizar que la información fiscal que se envía a Hacienda es buena.
A medio plazo, el otro gran cambio legislativo que planea en el horizonte es la obligatoriedad de la factura electrónica, como estipula la Ley Crea y Crece, pero el hecho de que todavía no haya un reglamento técnico que la defina y que los plazos que tienen las empresas para cumplir se alarguen dos años le quitan protagonismo por ahora a esta novedad normativa.
Otro de los problemas a los que se enfrenta el mundo de los despachos profesionales es el de la falta de talento joven. Como otros sectores de la economía, las plantillas de las asesorías envejecen sin que haya reemplazo a la vista en muchos casos. Tomàs Font incidió en este punto: “El talento joven no está llegando a las asesorías y esto pone en riesgo el talento futuro”. Y señaló que la edad media en muchas asesorías va de los 30 a los 40 años.
El futuro pasa por crecer o especializarse
En este escenario de bonanza y ciertas preocupaciones, el futuro de las asesorías pasa por profesionalizarse y crecer, o por especializarse para convertirse en “boutiques” capaces de ofrecer servicios muy personalizados, y con unas tarifas más altas a sus clientes. Las asesorías tendrán que abordar su expansión con fórmulas como la fusión empresarial con competidores, la colaboración con firmas complementarias o la entrada en redes de despachos. Miguel Querol, socio director de Querol Assesors, despacho de sede en la localidad de Morella, Castellón, dijo que el tamaño “importa mucho” si se quiere tener futuro en este sector. “Hay que convertir el despacho artesano en un despacho grande y profesional. Nosotros hemos contratado a profesionales para llevar el marketing, la comunicación, los recursos humanos y para incluso mejorar la productividad”.
En este sentido, Macarena Alonso, socia directora de Actium Consulting, asesoría de Pozuelo de Alarcón, Madrid, señaló que en su caso optó por tener un director de operaciones en plantilla. Y que su apuesta por dar un “servicio global 360” y por ofrecer asesoramiento fiscal personalizado para sus clientes le ha permitido subir las cuotas y evitar incluso que algunos quiebren.
En su charla, el economista Gonzalo Bernardos también advirtió de que la sombra de los fondos de inversión es alargada, y que el mundo de la asesoría también podría estar en el punto de mira de los grandes inversores, capaces de cambiar la dinámica de cualquier sector a base de aplicar economías de escala y fórmulas low-cost. Y para luchar en ese mundo de gigantes, el economista dijo que el asesor independiente tiene que apostar por la especialización y la cercanía al cliente a largo plazo. “Los fondos sólo quieren al cliente a corto plazo porque siempre están pensando en vender el negocio”, explicó.