DVD Múltiples propuestas para un formato en alza

El DVD ha dejado ya de ser una alternativa. El impulso recibido por la industria del cine ha aumentado de forma notable el catálogo de películas y la oferta de reproductores. Sin embargo, restan aún inconvenientes que retrasan su consagración definitiva.

Publicado el 18 Jun 2001

Surgido a finales de 1995 de la mano de un consorcio formado por diez importantes compañías de la industria informática y audiovisual (Philips, Pioneer, Hitachi, Toshiba, Panasonic o Sony, entre otros), el Digital Versatile Disc parte de la misma tecnología que el Compact Disc, pero representa una ganancia en términos de capacidad de casi 7,5 veces (4,7 Gbytes frente a 0,65 Gbytes), gracias a la ampliación del área escriptórea del disco y a la reducción de la distancia entre pistas. Así, el formato DVD-5, el más habitual, permite almacenar un total de 2 horas en la modalidad DVD-Vídeo. Por otro lado, mientras los compactos únicamente tienen una cara útil, existen formatos de DVD, los aún infrecuentes DVD-18, que alcanzan los 17,08 Gbytes de información o, lo que es lo mismo, 8 horas de vídeo, ya que cuentan con un total de cuatro capas grabables, dos por cada cara.

Con estas características, no es de extrañar que haya sido la industria cinematográfica la gran impulsora de la revolución del DVD con su apuesta por el formato DVD-Vídeo, que no sólo se presenta como una tecnología mucho más resistente -el desgaste por avance y retroceso es mucho menor que el de una cinta VHS-, sino que ofrece una calidad de imagen y sonido inéditas y unas cotas de interactividad realmente atractivas -subtítulos en una gran diversidad de idiomas, posibilidad de visualización desde distintos ángulos, entrevistas con los protagonistas y el director o documentales con el making of de la película, etc.-. Esto se consigue gracias a los nuevos formatos de compresión de vídeo y audio digital, en primer lugar, el protocolo MPEG-2, que logra imágenes con resoluciones de 720 x 576 puntos y un índice de 500 líneas, frente a las 230 del VCD o VHS. En el caso del audio, las tecnologías DTS o Dolby de muchas películas permiten distribuir la salida del sonido a través de un total de 6 canales y sendos altavoces, lo que ha dado origen a los llamados Home Theaters o cines caseros.

El sonido Dolby Digital es precisamente uno de los principales responsables de que el formato audio por naturaleza de esta tecnología, el DVD-Audio o DVD-A, ocupe un lugar mucho menor que DVD-Vídeo en el mercado, cuya calidad de sonido es mucho mayor.

El otro gran obstáculo para la difusión del DVD-A reside en la masiva difusión de que gozan aún los Compact Discs de audio entre los consumidores y la propia industria musical. Además, las diferencias de capacidad entre estos estándares no son tan importantes como las existentes de DVD-Vídeo y VídeoCD (VCD). Pese a ello, los lectores de CD convencionales resultan insuficientes para la reproducción de DVD-A, ya que su haz de láser presenta una longitud de onda de 780 nanómetros, frente a los 635 nm (para discos con una capa) y 650 (con dos) del formato DVD.
Uno de los grandes escollos que frenan la eclosión definitiva del DVD son las mencionadas incompatibilidades entre los distintos tipos de lectores. Así, mientras los reproductores de DVD-ROM permiten el visionado de DVD-Vídeo, todavía no es del todo factible la opción inversa. Y es que, el estándar DVD-Vídeo, al igual que el DVD-Audio, basa su funcionamiento en el sistema de ficheros microUDF, una variante del UDF que hasta ahora existía sólo como una opción para agilizar las grabaciones en CD.

Otro problema que ya se ha apuntado es la falta de un estándar de grabación común. En primer lugar, la mayoría de los dispositivos de grabación es capaz de leer discos DVD-ROM, pero en cambio, ninguno de los formatos presenta una compatibilidad total con los lectores de DVD. Por si esto fuera poco, cada formato emplea un sistema de grabación diferente, lo que origina nuevas incompatibilidades. Para acabar de rematar el asunto, hay que indicar que tanto los aparatos como los soportes de grabación ostentan aún precios muy elevados. En el primer caso, oscilan entre las 70.000 pesetas de los DVD-RAM y las 465.000 de los DVD-RW, frente a las 20.000 de media que cuestan los reproductores de DVD para PC. En el caso de los discos, con diferencias entre unos formatos y otros, puede hablarse de un coste medio de 4.000 pesetas.
A la hora de reproducir DVD-Vídeo en el ordenador, será preciso contar, en primer lugar, con una potencia suficiente. Los equipos recientes no tendrán problemas en este sentido, ya que los procesadores más extendidos proporcionan por sí mismos esa potencia. Sin embargo, en el caso de ordenadores más antiguos, a menudo se necesitará instalar una tarjeta descompresora especializada. Por otra parte, en ambos casos, habrá que prestar atención al software de reproducción, que deberá tener una potencia de cálculo apta para interpretar los datos comprimidos mediante el algoritmo MPEG-2. Además, muchas de las aplicaciones actuales son capaces de detectar no sólo el juego de instrucciones multimedia soportado por el procesador en cuestión (MMX, SSE o 3DNow!), sino también cuál es la tarjeta gráfica instalada en el equipo. Con ello se consigue aprovechar al máximo todos los recursos del sistema dotando al proceso de descompresión de un rendimiento óptimo.

Además de proporcionar calidad de imagen y sonido, una buena aplicación de reproducción de vídeo deberá presentar otras características. En primer lugar, una interfaz que permita al usuario familiarizarse rápidamente con el manejo del programa. En segundo lugar, es indispensable asegurarse de que el software cumple las garantías de compatibilidad con el catálogo de películas existentes en la actualidad. Un tercer factor consiste en la variedad de funciones que presente la herramienta, ya que muchas de las que están ausentes en los reproductores de DVD convencionales pueden ser útiles en el PC de cara a optimizar el visionado de imágenes en un monitor.

Entre las aplicaciones más completas, se cuentan algunas veteranas como PowerDVD de CyberLink o WinDVD de InterVideo. La primera de ellas ha alcanzado ya la versión 3.0, que incluye mejoras tanto en la calidad de sonido, con el sistema Dolby Headphone, como en la definición de la imagen, lo que permite un mayor control de las secuencias. La aplicación de InterVideo hace la versión 2.3 y tiene como característica fundamental una gran compatibilidad con la mayoría de las películas en DVD. Para finalizar el capítulo del software, hay que indicar que existen también aplicaciones gratuitas, como Windows DVD Player, incluida con el sistema operativo de Microsoft, o Maple Ware FreeDVD 2.0, disponible a través de la web del desarrollador.

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