Si hay un ámbito de las tecnologías de la información que ha revolucionado la forma en la que las personas interactúan entre sí, éste ha sido el sector de las telecomunicaciones. El avance de Internet y de la telefonía móvil ha marcado una década en la que se ha pasado de unos 400 millones de internautas en el año 2001 a 1.800 millones en la actualidad, según los datos estadísticos de Internet World Stats, así como de 800 millones de usuarios de telefonía móvil en 2001 a unos 4.700 millones actualmente, según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT).    Y esta evolución no sólo sorprende observando las cifras de penetración, sino también analizando cómo han evolucionado sus funcionalidades. De hecho, el cambio más significativo en Internet es el paso de la Web 1.0 a la 2.0, en la que el internauta se convierte en el verdadero protagonista compartiendo con todo el mundo vídeos, fotos, opiniones, comentarios, etc., y cuya culminación ha sido la proliferación de las redes sociales con Facebook y Twitter a la cabeza.
  En el sector de la telefonía móvil, la evolución también ha sido enorme, no sólo en el ámbito de los terminales, pasando de teléfonos con pantalla monocromo en 2001 a auténticos ordenadores de bolsillo táctiles con conexión a Internet en la actualidad, sino también en el de las redes. El estándar GSM se quedó corto en 2001, año que empezó a probarse GPRS, que permitía velocidades de transferencia de 56 a 144 Kbps.     Sin embargo, éste, a su vez, se ha ido sustituyendo a lo largo de los últimos cuatro años por UMTS y su evolución más reciente HSDPA, que alcanza tasas de transferencia de hasta 14 Mbps. Se hace realidad, por tanto, el paradigma de estar conectado en cualquier momento y lugar a una velocidad similar a la que se puede obtener mediante una línea ADSL.
 
De redes fijas a inalámbricas
En el entorno corporativo, el mundo de las redes también ha experimentado una gran evolución, y hemos pasado de la conexión a través del cable a las redes inalámbricas. De hecho, fue en abril del año 2000 cuando la WECA (Wireless Ethernet Compatibility Alliance) certificó la interoperabilidad de equipos según la norma IEEE 802.11b bajo la marca Wi-Fi. Esto quería decir que, a partir de ese momento, el usuario tenía la garantía de que todos los equipos con ese sello podían trabajar juntos sin problemas, independientemente del fabricante de cada uno de ellos.
  Sin embargo, el cable también mejoró sus prestaciones. Del estándar Ethernet reinante en los años noventa, se pasó hace una década a Gigabit Ethernet, que permitía una capacidad de transmisión de 1 Gbps. En cambio, ahora ya hablamos de 100 Gbps con el estándar 100 Gigabit Ethernet que está desarrollando la IEEE. Toda esta capacidad de transmisión de datos no sólo ha servido durante estos años para mejorar la velocidad de transferencia, sino también para empaquetar todo tipo de información (incluyendo voz, datos y vídeo) con el fin de transmitirla a través de redes IP. Es lo que se conoce hoy en día con el nombre de Comunicaciones Unificadas, un concepto que comenzó a desarrollarse a mitad de la década.   En definitiva, en los últimos diez años en materia de comunicaciones hemos pasado de estar enganchados al cable para conectarnos a Internet o transferir información entre equipos a la libertad que ofrecen las conexiones inalámbricas, con tasas de transferencia que en nada tienen que envidiar a las del cable.
 
Hitos   2003. Aparecen los primeros teléfonos UMTS, la telefonía de tercera generación, que sustituye a los conectados por redes GPRS.   2004. Empiezana calar las redes inalámbricas y el estándar Wi-Fi 802.11 en sus diferentes versiones. WiMax se consolida más tarde.   2008. Se populariza el concepto de comunicaciones unificadas, que busca la unificación de los sitemas de voz y datos en la empresa.   2010. Comienza el lanzamiento comercial de la cuarta generación, la telefonía móvil LTE, con velocidades de entre 50 y más de 100 Mbps. 
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