El penúltimo capítulo viene ahora de la mano del Gobierno de Estados Unidos, que ha rechazado el plan propuesto por Microsoft para evitar su segregación.
Microsoft, ante la casi inminente división de la compañía, reaccionó proponiendo toda una serie de propuestas que han sido calificadas, tal y como refleja un comunicado del Departamento de Justicia de Estados Unidos, “como absolutamente ineficaces y llenas de lagunas”. En estas propuestas manifiestan que la posible segregación de la compañía no sólo les afectará a ellos, sino también a los usuarios y a la innovación tecnológica.
Para contrarrestar la solicitud de segregación que pide el Gobierno, Microsoft presentó un paquete de sanciones que ha sido considerado insuficiente e incluso “ridículo” por sus competidores. Entre otras cosas, la compañía de Bill Gates se comprometía a fijar un precio único de venta de Windows a los fabricantes de PC, permitiría la alteración de la pantalla de arranque del sistema operativo y escondería el acceso directo a Explorer.
Bill Gates ha declarado que no hay ninguna base en la propuesta de ruptura del Gobierno, que no tiene ningún precedente, y espera que el tribunal ignore la demanda, de modo que el caso pueda avanzar mucho más rápido.
Pero parece que todos estos esfuerzos van a ser en vano, puesto que la acusación, que solicita la separación de Microsoft en dos compañías, una encargada de los sistemas operativos y otra dedicada a la comercialización del resto de sus productos, está cada vez más cerca de conseguir su objetivo.