Con el fin de las vacaciones comienza también la vuelta a las rutina habitual que en nuestro sector pasa inevitablemente por la asistencia a ruedas de prensa que sirven para informar puntualmente sobre las últimas estrategias, lanzamientos y anuncios del sector TIC.     Lo normal es que una compañía de alto nivel organice una rueda cada quince días, todo lo más, tenga o no grandes anuncios que realizar, y como parte de una estrategia integral y mundial de marketing y publicidad con altos presupuestos (ahora menos, mucho menos) y cuyo fin último es garantizar presencia en los medios, o como se dice en jerga periodista, conseguir más “mancha”.
Las firmas más pequeñas o de perfil más bajo deben conformarse con organizar eventos más reducidos dos o tres veces al año para dar a conocer una estrategia o tecnología novedosa que les permita tener algo de cobertura en los medios sectoriales y reducida a testimonial en publicaciones online e impresas del sector económico. Para las agencias constituye un auténtico quebradero de cabeza conseguir que los periodistas, ese oscuro objeto del deseo, acudan en masa a esas ruedas y convocatorias. Uno de los métodos más habituales para animar a los informadores es convocar en un lugar con encanto, original o poco conocido donde se ofrezca algún valor añadido potencial. Otra fórmula consiste en “vender” a los periodistas grandes entrevistas en exclusiva con algunos de los máximos responsables de EMEA o mundiales de las empresas para que luego, eso sí, ofrezcan la mayor cobertura posible en el medio impreso, el online y la newsletter correspondiente.  
Como coinciden en manifestar muchos de los compañeros que trabajan en estas agencias, grandes profesionales la mayoría de ellos y admirables por su aguante y paciencia, a veces sudan la gota gorda para conseguir la aquiescencia de los medios y, sobre todo, para alcanzar los objetivos de sus clientes. Estos últimos en muchos casos desconocen las severas limitaciones de recursos con las que trabajan los medios y la dificultad para desarrollar la labor profesional en un entorno tan competitivo y complicado como el que vivimos.
Por eso resulta como mínimo reprochable la actitud de agencias y ejecutivos de cuentas que operan bajo la fórmula de la amenaza velada y las posibles represalias para obligar a los medios a acudir semanalmente a convocatorias y ruedas de prensa que, en la mayoría de los casos, carecen de la trascendencia necesaria para merecer tamaño despliegue mediático. Lo peor, con todo, no es que impere la ley de la mordaza entre los medios, sino que el chantaje se imponga como fórmula de éxito entre las agencias cuando siempre ha reinado el fair play y la consagración del quid pro quo como modelo de relación entre unos y otros. ¡Esperemos que no cunda el ejemplo!



