Energía, movilidad y sostenibilidad: distintos caminos, un mismo destino

Publicado el 04 Feb 2022

En este momento, los mercados de energía y utilities se encuentran en plena transformación. En primer lugar, uno de los factores que está impulsando este cambio es la decisión ciudadana irrevocable de movilizarnos en pro de un modelo energético más sostenible, más limpio y con menor impacto en el medio ambiente.

Los ciudadanos han adquirido una mayor conciencia ecológica y ésta les influye en su faceta como consumidores. El informe ‘Future Consumer Index’, publicado por Ernst & Young (EY) hace unas semanas y que trata de retratar al comprador post-pandemia, destaca que hemos comenzado a mirar “más allá de una marca para considerar la sostenibilidad en toda la cadena de valor”.

Hoy en día somos menos tolerantes con los comportamientos que van en contra del medio ambiente y esperamos encontrar empresas con visiones más responsables. El estudio, de hecho, apunta a que más del 50% de los encuestados dejaría de comprar los productos de una empresa que llevara a cabo una acción social o medioambiental inapropiada.

Además, las compañías que operan en estos mercados están viviendo esa misma transformación, no sólo en sus modelos productivos, sino en la forma en que abordan su oferta. La emergencia climática no les da otra opción. En mayor o menor medida, todas las empresas de este ámbito están tratando de ser más sostenibles.

En tercer lugar, hay que hablar de la transformación digital, que trasciende lo meramente comercial. La pandemia ha supuesto la aceleración de las iniciativas de digitalización de empresas de todos los sectores, afectando a sus procesos internos y externos y, sobre todo, a sus herramientas de relación con los clientes.

Otra forma de moverse

Todo esto afecta de forma relevante a la movilidad ciudadana. La Comisión Europea ha fijado para 2035 el fin de la venta de coches de combustión. Así que ya podemos dejar de preocuparnos de cuántos años existen de reservas de combustibles fósiles de cara a cubrir un consumo como el actual y empezar a enfocarnos en cómo serán los vehículos que conduzcamos a partir de ahora… en el caso de que conduzcamos.

Ya estamos viendo cómo empresas petroleras tiran de licencia de comercializadora eléctrica para buscar nuevos nichos comerciales. Del mismo modo, las compañías gasistas proponen un nuevo modelo de movilidad basado en el hidrógeno y hay todo tipo de aproximaciones al vehículo eléctrico o híbrido por parte de los fabricantes de automoción. Y, mientras tanto, las compañías eléctricas están esperanzadas con su futuro, a la vez que preocupadas por la regulación, la competencia o el impacto del necesario redimensionamiento de la red, así como del surgimiento de nuevos modelos de consumo aún no conocidos.

Ya estamos viendo cómo empresas petroleras tiran de licencia de comercializadora eléctrica para buscar nuevos nichos comerciales

Resulta estimulante que, tras tantos años de un statu quo casi invariable en el campo energético, unas pocas decisiones de carácter político y social hayan generado tal nivel de incertidumbre en el mercado. Todas las piezas se van colocando en el tablero. Algunos jugadores siguen una estrategia más conservadora, mientras que otros tienen una visión más estratégica, pero no es fácil acertar. Por ejemplo, los fabricantes de automóviles han tomado caminos bien distintos para abordar el mismo escenario actual y algunos están apostando por enormes baterías que garanticen prestaciones y una autonomía por encima de 400 kilómetros, aún a riesgo de sacrificar la experiencia de conducción.

Todo está conectado

En medio de todo este cúmulo de opciones y propuestas está la necesidad de ir a más allá en el mundo de lo digital: conectar vehículos con personas y personas con redes, vehículos con semáforos, semáforos con tráfico y el tráfico con las personas y las redes. Todo esto, aderezado por plataformas de análisis basadas en inteligencia artificial, vehículos de conducción autónoma y redes inteligentes autoreguladas.

Los cambios de las TIC también se aplican a la comercialización y el proceso de venta, con consumidores que apuestan más por el renting flexible, software para hacer visitas virtuales a los coches sin verlos físicamente, algoritmos que ayudan a encontrar el modelo que buscamos, entregas de vehículos nuevos y seminuevos a domicilio, apps para conocer la huella de carbono de nuestros trayectos, etc.

Y es que, si siempre resultó interesante trabajar en tecnología y desempeñarse en un mercado tan excitante como el de las utilities, hacerlo en este momento supone un privilegio y quizá, el mayor reto de nuestra vida.

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E
Manuel España

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