¿Sabías que los entornos digitales agudizan el problema de la violencia de género?

Publicado el 29 Nov 2021

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La comunicación en entornos digitales agudiza el problema de la violencia de género y multiplica el número de personas dispuestas a agredir a mujeres y a personas de grupos sociales minoritarios. Además, los datos estadísticos y los resultados de múltiples estudios e informes han demostrado que las chicas pueden tener más riesgo de ser víctimas de ciberdelitos de tipo sexual.

Leila Mohammadi, profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC e investigadora del grupo de investigación en aprendizajes, medios y entretenimiento (GAME), explica que el anonimato es un elemento que puede promover que los agresores tengan conductas agresivas contra mujeres que en un entorno fuera de línea no adoptarían, puesto que se sentirían menos impunes. No obstante, en el caso de las mujeres que han sobrevivido a una agresión, el anonimato debe preservarse porque tiene una función protectora. A través de las redes sociales pueden emerger y visibilizarse muchos casos de acoso, apunta Mohammadi. El proyecto Cuéntalo, por ejemplo, ha servido para recopilar 2,75 millones de intervenciones en las redes a través de una etiqueta que ha dado voz a 51.276 testigos sobre diferentes clases de violencia contra las mujeres de sesenta países.

Mohammadi advierte que en los últimos años ha incrementado la violencia de género contra las mujeres en espacios digitales y que un ejemplo de ello se encuentra en las experiencias de periodistas, activistas, políticas, defensoras de los derechos humanos y miembros de la comunidad LGTBIQ+. “Es importante enfatizar que la violencia de género en línea y la que se da fuera de línea son parte del mismo problema y están vinculadas, no separadas”, destaca.

Las personas que son agresoras en la calle pueden usar, ahora, los medios digitales para “hacer la misma acción de violencia” contra las mujeres y atacarlas. “Muchas veces los ataques en línea y fuera de línea se superponen y generan escenarios muy complicados”, comenta Mohammadi. La experta hace una crítica a las plataformas que mantienen los espacios donde las agresiones quedan impunes: “[Las plataformas] tienen la responsabilidad de cuidar estos aspectos. Tienen un problema de diseño, pero no les conviene solucionarlo porque quieren que sea así”. Mohammadi cree que hay que “desafiar” a las plataformas para que hagan cambios. En este caso se podría optar por más vigilancia, aunque, dice la experta, las empresas se benefician de un diseño que “obtiene clics a partir de los discursos de odio contra las mujeres”.

Además del problema del diseño, Mohammadi considera que hay un problema para cuantificar el volumen de ciberagresiones que se producen, también por el hecho de que están normalizadas y las mismas redes no disponen de instrumentos para que las víctimas de ataques puedan denunciarlo. “Muchas formas de violencia de género son invisibles o no se perciben como violencia porque se han normalizado, y es que mucha gente en internet normaliza la violencia de género y los discursos de odio”. No hay canales en todas las lenguas para denunciar las agresiones, ni información sobre de qué derechos disponen las mujeres para poner la denuncia. “Hasta ahora no hemos tenido instituciones públicas que recopilen datos oficiales y longitudinales sobre la diversidad y la extensión de la violencia de género [en espacios digitales], hecho que facilita decir que todo esto es anecdótico, aunque en realidad sabemos que la violencia de género sucede en todos los lugares”, comenta la investigadora.

El ciberacoso entre la juventud

Sobre el ciberacoso entre jóvenes, hay datos que muestran cómo las chicas pueden ser más víctimas de determinados tipos de delitos. Según la profesora de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC Irene Montiel, en España, los datos recogidos por el Sistema Estadístico de Criminalidad (SEC) de los hechos conocidos y registrados por las fuerzas y los cuerpos de seguridad del Estado sobre cibercriminalidad de 2020 indican que las mujeres experimentan más victimizaciones por ciberdelitos sexuales que los hombres. Montiel participó como investigadora en un informe de Save the Children de 2019 denominado Violencia viral, en el cual se pone de manifiesto que “cualquier niño, niña o adolescente puede ser víctima de violencia en línea”, pero que “en general las chicas suelen sufrir más violencia cibernética que los chicos”. Además, diferentes estudios internacionales apuntan que “las chicas son en mayor medida víctimas de ciberataques de tipo sexual y presentan un mayor riesgo de sufrir sexteo coercitivo o difusión inconsentida de imágenes sexuales”.

Montiel también resalta que hay evidencias en estudios que demuestran que las chicas sufren más “ciberagresiones directas” que los chicos en el ámbito de la ciberviolencia de pareja entre adolescentes, como pueden ser los insultos y las amenazas. La profesora destaca también los resultados del informe de Unicef Impacto de la tecnología en la adolescencia: relaciones, riesgos y oportunidades. Un estudio comprensivo e inclusivo hacia el uso saludable de las TRIC. “En el estudio se estima en un 33,6 % la tasa de victimización de acoso escolar, y en un 22,5 % la de ciberacoso”. En chicas la tasa es de un 12,7 % mayor que la de los chicos, un 8,7 %. Este panorama tiene consecuencias importantes en salud mental, que hacen que aumenten los diagnósticos de depresión y los pensamientos suicidas.

Cómo afrontar el problema

Más allá del diagnóstico sobre la gravedad de la situación sobre el ciberacoso, las expertas consideran que hay camino por recorrer para afrontar el problema. Para Mohammadi, hay que “desafiar los monopolios tecnológicos” y hacerlos “responsables” porque “debido a cómo estas empresas están diseñadas pasan cosas como la invasión de la privacidad, la distorsión de la información, las malas condiciones laborales, los discursos de odio y la violencia de género”. Pero, mientras tanto, para Montiel hay que “trabajar desde la infancia para romper las creencias y los mitos sobre el amor romántico y las que justifican los comportamientos violentos”, pero también se tienen que potenciar “las conductas prosociales de ayuda basadas en la empatía, el hecho de ponerse en el lugar del otro, imprescindible para comprender el daño que puede ocasionarse, aunque haya una pantalla en medio”.

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