A pesar de ser poco dado al énfasis, el presidente del Comité Español de la BSA, Luis Frutos, se esforzó, en la presentación del último estudio que mide la piratería de software en España, en dar una imagen dura. “Estamos a la altura de Egipto o Colombia, que son países de tercer mundo. Queremos estar en la punta de Unión Europea y hay mucho camino por recorrer”. En la presentación de los resultados del informe, elaborado por IDC, Frutos buscó mover conciencias con adjetivos como “lamentable”, “estratosférico”, “claramente insuficiente o “poco satisfactorio”.
En efecto, IDC asegura que el índice de piratería en programas se mantiene en un 42%, de los más altos del mundo occidental y sólo un 1% por debajo del nivel de dos años antes. La situación es de esclerosis. Además, la repercusión del negocio ilegal es muy desigual, dependiendo de la zona geográfica que se mire. IDC asegura que hay una diferencia de 30 puntos entre la región más legal, Navarra (28%), y la que más se salta la ley (Andalucía, 58%). A la Comunidad Andaluza siguen en el Ránking de los más piratas Extremadura, Comunidad Valenciana, Castilla La Mancha o Aragón.
Por el otro lado de la tabla, sólo Navarra y Madrid (32% de índice) están por debajo de la media europea, que es del 34% y que debe ser, al día de hoy, el objetivo que se debe trabajar en España, según BSA. No obstante, Luis Frutos matizó estos datos. Madrid, por ejemplo, tiene un nivel de piratería que se podría considerar ejemplar, pero las pérdidas que ocasionan este bajo índice, por el tamaño de su economía, son las más elevadas de todas las comunidades autónomas. En concreto, Madrid dejó de ingresar en 2009, año de referencia del estudio, 171 millones de euros. En este sentido, las pérdidas acumuladas sólo por cinco regiones (Madrid, Cataluña, Comunidad Valenciana, Andalucía y País Vasco) concentran el 60% del fraude. En este punto, Frutos recordó que las pérdidas totales en 2009 en todo el país fueron de 631 millones de euros, solo 9 millones menos que dos años antes. Es una reducción “poco satisfactoria”.
Para buscar algún buen titular, Frutos propuso una mirada por encima a los datos, sin entrar en muchos detalles. “En cualquier caso”, dijo, “han bajado, aunque levemente, los índices en 12 comunidades autónomas y en cinco se han quedado como estaba”. Eso sí, las pérdidas, medidas en millones de euros, han aumentado hasta en doce regiones, destacando el caso de Madrid (16 millones más) o Castilla La Mancha (donde pasó de 15 a 25).
BSA, que cree que la piratería es un problema fundamentalmente cultural y que por eso cuesta mucho erradicarlo, ha endurecido su discurso con respecto a años anteriores. Si antes hablaba más de concienciación como vía para mejorar la situación, ahora recurre a un discurso más fuerte, legalista, que tiene su vértice en la última reforma del Código Penal. “Es un avance muy significativo. El nuevo Código Penal reconoce la responsabilidad penal de las empresas que usen software ilegal. Las penas previstas para delitos de propiedad intelectual del software son altas. Además, se multiplica por 3 o 4 el beneficio estimado por el software ilegal y la pena va contra el patrimonio del propio empresario. Adicionalmente, el Código estipula que cualquier negocio con la Administración de la empresa que hace fraude queda bloqueado, así como las ayudas, las subvenciones o los incentivos fiscales que disfruta. A partir de ahora, el software ilegal no es sólo un problema competitivo, sino también penal”. En cualquier caso, España, como recuerda la BSA, es uno de los últimos países europeos en introducir responsabilidad penal en este ámbito.
Por otra parte, BSA predice que la proliferación del software como un servicio puede cambiar el panorama de la piratería en los próximos año. Y es que el fraude siempre ha estado muy asociado a la venta de la licencia tradicional en el canal de distribución. Aunque, eso sí, hoy las fuentes de la piratería no están tanto en las tiendas de informática (según el último informe de BSA, la piratería en el canal bajó en 2008 del 50 al 25%), sino en las descargas por Internet. “El problema es que en España el software como servicio es un modelo que no acaba de despegar, y menos en la pyme”, dijo Frutos.