Canarias no es lo que era

La distancia, el coste de los portes, el retraso en la recepción de los pedidos y la carencia de un servicio técnico oficial lastran la actividad del canal informático que opera en el archipiélago.

Publicado el 16 Abr 2010

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Por Juan Ignacio Cabrera(Tenerife).

Uno de los mayores problemas para el canal de distribución canario está en la distanciaque le separa de la Península (hasta 2.000 kilómetros a Madrid). Esto provoca que los pedidos, en vez de los dos o tres días habituales, tarden un mínimo de 10. Esto complica a mayoristas y revendedores la gestión del stock y también tensa el estado del circulante, puesto que el plazo de pago al fabricante cuenta desde que se hace el pedido, mientras que el pago por parte del cliente final se realiza una o dos semanas más tarde. Se trata de una de las quejas más habituales entre los comerciantes de la región.

Además, según Francisco Santiago, que gestiona tres Acer Point (en la foto) en los dos islas capitalinas y que estos días acude al II Symposium de Olympia Canarias en el Recinto Ferial de Tenerife, lo de que el minorista canario tiene unos precios muchos más ventajosos para el cliente que su homólogo peninsular es “casi un mito”. Y es que aunque es verdad que el IVA del 16% que se paga en el resto de España se reduce al 5% en Canarias (Impuesto General Indirecto Canario o IGIC), luego los revendedores isleños deben cubrir un 3% o más de gastos de envío, unos portes que en la Península tienen coste cero o muy residual. Además, para conseguir unos costes de envío razonables tiene que hacer pedidos de muchas unidades, lo que complica mucho el día a día del negocio.

Por último, las tiendas y los propios usuarios canarios también se quejan de la inexistencia de un servicio técnico en las Islas. Sólo Acer, a través del mayorista Olympia Canarias, mantiene dos centros de reparación (uno en Tenerife y otro en Las Palmas). Sin embargo, compañías como HP, Toshiba o Sony piden al cliente que se enfrente a los siempre tortuosos call centers y envíe la máquina a la Península.

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A
Cristina Albarrán

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