Música comprimida

El avance de Internet en los dos últimos años ha traído aparejada la ascensión del formato MP3 al trono de la música.

Publicado el 12 Mar 2001

Si dos años atrás Diamond/S3 revolucionaba el sector del sonido con su apuesta por la tecnología MP3, hoy día las compañías se han rendido ante su empuje y la han adoptado como estándar para sus dispositivos.

Dejando a un lado una larga serie de dispositivos fijos -DVD/MP3, autorradios, cadenas musicales- que lo habilitan, una de las facetas en que más se ha extendido este estándar es la de los reproductores portátiles. Actualmente puede establecerse una distinción triple entre dispositivos que funcionan con módulos de memoria interna, aparatos tipo discman con funciones MP3 y, la modalidad más novedosa, los llamados jukeboxes digitales, provistos de unos peculiares discos duros.

Comenzando por el primer tipo, su gran virtud reside en que estos productos no ofrecen saltos en la reproducción, cosa que los hace más aptos que el walkman o el discman para su uso en movimiento. Contribuyen también a ello un tamaño y un peso, en general, muy reducidos. La calidad de sonido, que es realmente elevada y con 64 Mbytes de memoria, que equivale entre una y dos horas de música.

Dos aspectos de vital importancia, a la hora de adquirir uno de estos reproductores, son la relación entre capacidad/precio y las opciones de expansión de memoria que ofrecen. Destacan en este sentido las tarjetas Compact Flash, mientras que MultiMedia Card y SmartMedia, siendo igualmente susceptibles de ampliación, no están tan extendidas entre los fabricantes. Por su parte, Memory Stick de Sony constituye una opción todavía costosa, pero útil para quienes dispongan de cámaras fotográficas o de vídeo digitales Sony.

Como es de suponer, la introducción de archivos en los reproductores exige una conexión con el PC y el uso de un software específico. El estándar de transferencia más popular es el puerto USB, que permite volcar los habituales 64 Mbytes en unos cinco minutos. Por lo que toca al programa empleado, además de los veteranos MusicMatch Jukebox o RealJukeBox, cada vez se encuentran más herramientas independientes, como, por ejemplo, OpenMG de Sony o HipZip, en el caso del dispositivo de Iomega.

Asimismo, aparte de disponer de diversas posibilidades como la visualización de los títulos de las canciones, del volumen o del control del consumo de batería, hoy día existen aparatos que permiten crear listas de títulos y ejecutarlas. La ausencia más notoria en España sigue siendo la de las tecnologías con sintonizador de radio incorporado.
Las principales bazas de los dispositivos lectores de CD radican en una capacidad diez veces mayor para almacenar canciones -640 Mbytes- y en la posibilidad de reproducir unidades CD de audio convencionales.

Todos los modelos probados para la presente comparativa presentaron mecanismos anti-skip o anti-shock, que previenen los saltos en la ejecución de las canciones.

Pese a todo, el acceso a los títulos implica, al igual que en los discman, un cierto tiempo de búsqueda y posicionamiento del haz de láser, tiempo que va en proporción a la distancia existente entre las canciones. Además, para poder reproducir colecciones de MP3, es preciso contar previamente con una grabadora o regrabadora de CD con la que hacerlas.

Hace tan sólo unos meses que Creative abrió el abanico de posibilidades con su revolucionario DAP Jukebox, un reproductor dotado de un disco duro pequeño pero de gran capacidad. Todavía son pocos los dispositivos que siguen su estela, si bien en la presente comparativa puede encontrarse un análisis de un modelo de Archos.

Las principales virtudes de esta clase de aparatos residen en que carecen por completo de partes móviles, lo que, unido a la presencia de un buffer temporal, elimina prácticamente el riesgo de saltos. Es cierto que la transferencia de archivos MP3 resulta más lenta, ya que, al tener una capacidad cien veces mayor que la de los reproductores del primer grupo, el volumen de canciones que pueden almacenar es también más grande. No obstante, esto mismo librará al usuario por una buena temporada de repetir el proceso.

Así pues, a la hora de adquirir un reproductor portátil debe tenerse en cuenta tres aspectos la cantidad de memoria, las posibilidades de ampliación de la misma y el consumo. Dado que, hoy por hoy, no se encuentran en nuestro país aparatos de más de 96 Mbytes, las ranuras de expansión se presentan como un requisito imprescindible.

En cuanto al consumo, hay que advertir que los dispositivos basados en memorias presentan un gasto mayor debido a los constantes accesos a la memoria y la decodificación de los ficheros y al uso de vistosos displays. Entre la disparidad de soluciones existentes las más rentables son las que se basan en soportes recargables, en especial las baterías de ión litio. Las pilas, sobre todo las del tipo AAA, resultan bastante costosas, por lo que algunos de los productos evaluados (Compro y EasyGo) presentan un sistema híbrido pilas recargables.

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