El pasado 28 de abril quedará marcado en los calendarios de muchas empresas. El apagón que afectó a la Península ibérica y parte del sur de Francia no solo trastocó el día a día de millones de personas, sino que afectó a la operativa y economía de cientos de miles de empresas, que vieron su actividad detenida o como mínimo condicionada por la falta de suministro eléctrico.
En el ecosistema IoT, un entorno donde los dispositivos conectados necesitan electricidad y se comunican con servidores a menudo situados en centros de datos que consumen grandes cantidades de energía, el impacto es evidente. Sin embargo, no todas las empresas con despliegues IoT sobre el terreno vieron sus servicios interrumpidos. Aquellos dispositivos en movimiento que dependen de baterías no sufrieron una desconexión inmediata; y hay empresas que eligen situar sus servidores en centros de datos con el debido respaldo eléctrico mediante generadores.
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Más allá de los cortes eléctricos
Pero una caída en el suministro energético es solo uno de los motivos que pueden resultar en una caída de servicio. En una implementación IoT existen numerosas capas y eslabones que deben funcionar correctamente para un adecuado funcionamiento de la aplicación; el tiempo de inactividad pone en riesgo relaciones comerciales, reputación y cumplimiento normativo, especialmente en sectores críticos como salud, seguridad o energía. Es por ello que resulta cada vez más necesario hablar de alta disponibilidad.
Cada vez más regulaciones internacionales y multisectoriales exigen niveles de servicio que incluyen alta disponibilidad y recuperación automatizada. Por eso, la fiabilidad es el principal criterio al elegir un socio de conectividad IoT, según el 23% de los encuestados en la investigación de Wireless Logic/Kaleido Intelligence.
Las caídas pueden deberse a fallos técnicos, cortes eléctricos, mantenimiento deficiente, ciberataques o desastres naturales. Minimizar estos riesgos requiere una estrategia integral que combine infraestructura sólida, seguridad, automatización y monitoreo continuo.
¿Cómo se puede apuntar a una disponibilidad del 99,99%?
La disponibilidad absoluta no existe; una vez aceptada esta realidad no hay nada que nos impida aspirar a un 99,99% de tiempo de actividad. Estas son algunas buenas prácticas que recomendamos:
- Infraestructura robusta: redes con conectividad redundada, balanceo de carga, georredundancia y recuperación automática.
- Seguridad integral: gestión de accesos, cifrado, autenticación multifactor, segmentación y control de vulnerabilidades.
- Optimización del rendimiento: uso de edge computing, almacenamiento en caché, y planificación de capacidad.
- Monitoreo y mantenimiento predictivo: análisis en tiempo real e IA para anticipar fallos.
- Automatización: aprovisionamiento remoto, actualizaciones seguras y sistemas autorrecuperables.
- Recuperación ante desastres: copias de seguridad frecuentes y procedimientos probados.
- Gobernanza: control de cambios, versiones y auditorías de cumplimiento.
- Comunicación efectiva: alertas, páginas de estado y herramientas de autoservicio para clientes.
- Sostenibilidad: eficiencia energética mediante virtualización, hardware optimizado y seguimiento del consumo.
- Redundancia energética: tanto en los equipos (con baterías), como asegurándote de que los centros de datos donde elijas establecer tus servidores cuenten con generadores de respaldo.
Conectividad crítica para casos de uso críticos
En el IoT existen muchos casos de uso donde una caída de servicio prolongada puede resultar catastrófica (cargadores de vehículos eléctricos, sistemas de generación energética, seguridad…). Desde Wireless Logic abogamos por diseñar ecosistemas IoT con redundancia en todas sus capas, desde la conectividad al suministro eléctrico. Nuestras soluciones de conectividad segura, robusta y flexible ayudan a miles de clientes a que los proyectos IoT de nuestros clientes estén preparados contra imprevistos e incrementen su tiempo de actividad.